A la hora de escoger nuestro hogar, tenemos ante nosotros varias opciones en las que no sólo tendremos que valorar el coste, sino también el tiempo, nivel de implicación, etc. Algunos estudios, generalmente realizados por empresas inmobiliarias, indican que tres de cada cinco inversores optan por comprar pisos viejos en zonas céntricas para, una vez reformados, venderlos con un amplio margen de ganancia. El quid de la cuestión es si usted es o no inversor. 

Si nuestro primer dilema de si comprar una vivienda nueva o una a reformar parte de la base de que será nuestro hogar, las consideraciones cambian. En primer lugar, porque nosotros no contaremos con los equipos técnicos e industriales que al trabajar por volumen ofrecen precios mucho más competitivos para las obras. Ese es el motivo por el que muchos compradores particulares huyen de las adquisiciones de viviendas que requieran una reforma profunda y optan en un porcentaje mayor por la obra nueva.

Cemento

¿Centro o afueras?

En todo caso, la tendencia nos indica que el lugar donde queremos vivir es un factor determinante en esta disyuntiva. Dada la incesante escalada del precio de la vivienda nueva, especialmente en las zonas céntricas de las grandes ciudades, si nuestra prioridad es esa ubicación y nos tenemos mucho dinero, no quedará más remedio que optar por la segunda mano y acometer reforma. En cambio, lo más habitual, si la residencia termina estableciéndose en las afueras, es optar por la vivienda nueva. 

La reforma jugará un papel importante a la hora de llevar la negociación sobre el precio final. Estudios de portales inmobiliarios desvelaban este mismo año que, considerando que el importe medio de una reforma integral puede superar los 22.000 euros, si esa negociación a la baja del precio de la vivienda fructifica, el ahorro final respecto a una nueva puede ser de casi 40.000 euros. Entremedias de todo este proceso, no podemos olvidarlo, multitud de condicionantes que pueden alterar estas cifras –empezando por la disposición del vendedor- así como meses de espera hasta que las obras hayan concluido.

En manos de profesionales

Lo ideal antes de dar el paso definitivo es que un profesional pueda, al menos, realizar una inspección visual superficial, para estimar el alcance del coste. Por muy ‘a vuela pluma’ que sea su cálculo, siempre será mucho más acertado que el nuestro. En esta línea, además, tenemos que ser conscientes de que existen multitud de subvenciones para reformas ligadas a eficiencia energética, así como a accesibilidad, que son dos de las principales carencias que suelen tener este tipo de viviendas.

¿Y si construimos?

Existe una tercera alternativa que todavía no hemos tocado: construir nuestra propia casa. Una casa a la carta, podríamos decir, pero siempre teniendo muy presente que las prisas no son buenas. En función de la vivienda, los plazos que manejamos desde que arranca el proyecto hasta que nos entregan las llaves de nuestra casa pueden ir de 12 a 24 meses

Son muchos los detalles a resolver, desde la elaboración y aprobación de los planos, a la compra del terreno, la obtención de licencias, la construcción en sí y todos los detalles finales que existen alrededor de esta opción. Si no disponemos del terreno, a priori, puede resultar una opción más cara que el resto, y pensar que evitaremos el coste nada despreciable de intermediarios como promotores o inmobiliarias no será un gran consuelo, porque en este caso hay que sumar estudios geotécnicos, inscripciones en Registros, tasas, arquitecto, etc.

Sin embargo, construirse uno su propia casa presenta muchas ventajas. Entre las más destacadas figuran, no sólo el diseño absolutamente personalizado de todos y cada uno de los elementos de la casa, sino también de los materiales empleados en la construcción, algo sobre lo que los compradores cada vez muestran una mayor sensibilidad. Eso sí, el nivel de implicación y supervisión habrá de ser máximo comparado con las dos primeras opciones.