La construcción industrializada, básicamente, consiste en aplicar técnicas y procesos innovadores mediante los cuales la construcción de un edificio se lleva a un taller. Es en este espacio en el que se fabrican como módulos los componentes estructurales, transportándolos después hasta la ubicación final donde se ensamblará el edificio como si fuera una obra gigantesca de Lego.
No es la primera vez que hablamos de este tipo de construcción modular cuyos procesos de diseño y de producción están automatizados, ¿pero qué le puede aportar BIM (Building Information Modeling)? Mucho porque, en realidad, van de la mano.
En cierto modo, BIM se ha convertido en la base de la transformación digital en el sector de la arquitectura, la ingeniería y la construcción en general. A las tres dimensiones con que se venían diseñando los proyectos constructivos gracias a los avances informáticos, BIM incorpora dos nuevas dimensiones que juegan un papel fundamental en nuestro sector: tiempo y costes.
Ensamblaje perfecto
Podría decirse que la metodología BIM ayuda a gestionar de manera inteligente toda la información generada en un proyecto. Este control panorámico de todos los elementos implicados encaja a la perfección con la construcción industrializada, pues no sólo cubre todas las fases del diseño de planos, sino esos costes de la operación, la logística de cada componente y la programación de los tiempos de ejecución.
La combinación de ambos mejora significativa la gestión de toda la obra a lo largo del ciclo de vida del edificio, desembocando en resultados más óptimos. Para hacernos una idea más clara y dado que cada módulo se construye en un taller, la aportación de BIM permite la conexión y ensamblaje perfecto de cada uno de estos módulos, incluyendo todo lo referido a aislantes, instalaciones interiores, remates, etc.
No es necesario siquiera comprobarlo en el taller que, obviamente, presenta limitaciones espaciales, porque BIM nos da la certeza de que cuando se produzca el ensamblaje de los módulos en la ubicación final, no será preciso realizar alteración alguna, bastará comprobar los códigos de montaje que se han introducido con el software paramétrico.
Un modelo más organizado y preciso
El resultado de la combinación de la metodología BIM y la construcción modular industrializada es un control total de la obra, con la ventaja añadida como veíamos en anteriores artículos de reducir significativamente la huella de carbono. Esta unión es, pues, algo más que un matrimonio de conveniencia, porque también nos brinda la oportunidad de investigar la incorporación de nuevos materiales. El software sobre el que se levanta el modelo BIM nos permite hace completas simulaciones de cómo responderían determinados materiales que pueden beneficiar muy positivamente al resultado final.
Todo el ciclo de vida constructivo está documentado con detalle, lo que ofrece una trazabilidad absoluta en la producción de cada uno de los componentes estructurales y simplifica en el futuro la posibilidad de reutilización de los diseños.
Nos encontramos ante un nuevo modelo de construcción, más organizado y preciso, con el que es posible anticiparnos a posibles errores a la hora de ejecutar la obra. Los modelos virtuales con los que se trabaja cada vez están más estandarizados, lo que todavía aporta un mayor aprovechamiento en los ensamblajes y refuerza aún más la seguridad.
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