El mes de julio que concluye es, según los expertos de la NASA, el mes más caluroso en “cientos, sino miles de años”. Los dos últimos meses se han batido récords diarios de temperatura, según tanto la Unión Europea como la Universidad de Maine (EEUU), que emplean herramientas de monitorización que combinan datos del terreno y satelitales. No es algo puntual; es una tendencia ante la que es preciso asumir responsabilidades. El sector de la Construcción debemos de dejar de ser parte del problema y serlo de la solución.

Las olas de calor extremo que sufrimos serán cada vez más frecuentes, intensas y prolongadas, según un reciente estudio elaborado por la World Weather Attribution (WWA). Es preciso reducir el nivel de emisiones de CO2, evitando por todos los medios que el planeta aumente hasta los 2ºC y el sector de la Construcción tiene mucho que aportar.

Descarbonizar el sector

Históricamente, nuestro sector ha estado en el punto de mira como una de las actividades más contaminantes. No es para menos: según uno de los últimos estudios de Green Building Council España (GBCe), a principios de 2020 España contaba con 26 millones de viviendas ocupando 977 millones de m2 construidos y otros 679 millones de m2 construidos no residenciales. Juntos, eran responsables del 40% de las emisiones de CO2 y del 30% del consumo energético. A nivel europeo nos movemos en magnitudes similares, pues el sector de la edificación supone más del 36% de las emisiones de CO2 y el 40% de la energía final empleada.

Así pues, se impone la imperiosa necesidad de adoptar otro modelo que, incluso desde la misma legislación ya ha comenzado a abrazarse con normativas como la Ley de Calidad de la Arquitectura, que incorpora como criterio de calidad de las construcciones su capacidad de adaptación al cambio climático.

Para entender el alcance de cuanto podemos hacer hemos de ampliar nuestras miras, teniendo en consideración todo el ciclo de vida de los edificios, desde la fase de producción de sus materiales y su construcción a su mantenimiento e, incluso, su demolición. Si queremos descarbonizar nuestro sector es imprescindible tener en consideración que la fabricación y el transporte de los materiales forman una parte inseparable del problema, hasta el punto de que alrededor del 40% del carbono que producen los edificios a lo largo de su vida útil se encuentra embebido en sus materiales.

Rebajar este impacto negativo al medio ambiente comienza, pues, por una adecuada elección de los materiales, no sólo en lo que a su huella de carbono se refiere, sino también a sus posibilidades de reutilización o reciclaje cuando haya finalizado su vida útil.

Diseños bioclimáticos

Dado que el 80% de las emisiones de los edificios se producen durante su fase de uso, priorizar la eficiencia energética es primordial. Este enfoque va más allá de la instalación de fuentes de energía limpia, mirando también a nuevos diseños bioclimáticos con los que se puede reducir tres cuartas partes la demanda energética, multiplicando exponencialmente el número de horas en las que la edificación puede operar prácticamente con consumo nulo.

En otras ocasiones hemos abordado las bondades de los edificios pasivos y esa es una de las líneas a seguir, es decir, aprovechar las condiciones climáticas y microclimáticas del entorno para volverlas a nuestro favor en aspectos como la orientación, la iluminación natural, la composición de la envolvente, la ventilación o la compacidad, entre otros.

En Blues Simon Group somos conscientes del papel que jugamos en la lucha contra el cambio climático y desde nuestras diferentes líneas de negocio actuamos en consecuencia. En este sentido, no sólo lo hacemos en la obra nueva, sino también en las rehabilitaciones integrales que llevamos a cabo. A fin de cuentas, casi el 20% de la población vive en edificios deficientes. Con el objetivo de alcanzar más pronto que tarde la construcción de edificios de energía casi nula, nuestra apuesta es decidida por un futuro más sostenible y resiliente.