La descarbonización parece imparable y en una de las áreas en las que más impactará es en la movilidad con el auge del vehículo eléctrico. El creciente número de personas que apuesta por este tipo de coche y las medidas que desde los gobiernos se están tomando afectan de pleno a la arquitectura y la construcción. En este sentido, el pasado mes de junio, el Código Técnico de la Edificación (CTE) sufrió una modificación con objeto de exigir una infraestructura mínima en las edificaciones para la recarga de vehículos eléctricos.
Entre las medidas se contempla que en aquellos casos en los que el uso residencial sea privado y cuente con más de 20 plazas de aparcamiento, es obligatorio montar los debidos sistemas de conducción de cables a modo de preinstalación de los puntos de recarga para el 100% de las plazas. Desde el pasado 16 de diciembre, este nuevo CTE ya es de obligado cumplimiento, con excepción de aquellos proyectos que hubieran solicitado la licencia de obras antes de esa fecha.
El caso de la vivienda unifamiliar
En el caso de una vivienda unifamiliar el proceso resulta mucho más sencillo, pero hay ciertas consideraciones que no han de obviarse. La primera de ellas es valorar si queremos instalar un contador exclusivo para el nuevo punto de recarga o, por el contrario, compartir el mismo de la vivienda. Por lo general, la potencia contratada suele ser más que suficiente, toda vez, además, que las recargas suelen realizarse por la noche para aprovechar las tarifas más baratas y es cuando el resto de electrodomésticos se encuentran apagados.
Sin embargo, lo más recomendable para evitar cualquier incidencia en la instalación de la vivienda, es que el punto de recarga del vehículo eléctrico tenga su estación dedicada con su propia toma de corriente. A fin de cuentas, en el momento de recarga se precisa una alta potencia a frecuencia elevada durante horas. Fallar en el diseño de esta toma puede ralentizar la recarga demasiada o, en el peor de los casos, provocar calentamientos de la infraestructura o, incluso apagones.
Con la ayuda de un profesional, la instalación contará con las protecciones más adecuadas, incluidas contra sobretensiones transitorias que podrían dañar hasta a nuestro vehículo.
Enchufes especiales
Aunque es cierto que podríamos conectar nuestro vehículo a una toma de corriente doméstica de 16A, abaratando la instalación, la verdad es que terminaríamos lamentándolo. De hacerlo así, las recargas se realizarían a baja potencia, esto es, a 2,3 kW, y nos eternizaríamos.
Lo más recomendable es apostar por puntos de recarga especiales, que pueden aumentar la potencia desde los 7,4 kW a los 11 kW y los 22 kW, en función tanto del presupuesto que manejemos como de la misma estructura del edificio. El coste medio de una instalación de este tipo puede oscilar entre los 1.000 y 2.000 euros.
Ayudas del 80%
El coste de estas instalaciones no ha de resultar tan gravoso y, precisamente para evitarlo, existen ayudas desde diferentes ámbitos de la Administración. De esta manera, algunos ayuntamientos conceden bonificaciones parciales en el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) cuando se instalan puntos de recarga para vehículos eléctricos.
No obstante, las ayudas más atractivas vienen del Plan Moves III, puesto en marcha por el Gobierno para 2023, dotado con 800 millones de euros (más otros 400 millones adicionales tras el alud de solicitudes). Gracias a ello, el coste de la instalación de estos puntos de recarga puede estar subvencionado hasta en un 80%, pues contempla los costes tanto del punto de recarga en sí, como de las protecciones, la legalización de la instalación, la obra civil, los costes de ingeniería y la dirección de obra.
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