Jugar con la luz natural en el hogar

El aprovechamiento de la luz natural en el hogar no es sólo una cuestión de eficiencia energética, sino que también termina siendo muy beneficiosa para nuestro bienestar. La luz del sol nos aporta vitamina D e impacta en la regulación de nuestros ritmos circadianos, afectando a nuestro estado de ánimo. Por este motivo, no sorprende que desde hace años la arquitectura mire a diseños que maximicen la entrada de luz natural en las estancias, empleando para ello las más diversas fórmulas.

La premisa pasa por priorizar la iluminación natural, teniendo en cuenta que si es excesiva, puede provocar el efecto contrario al buscado. Sin embargo, siempre es posible aplicar medidas que mitiguen este exceso de luz, mientras que a la inversa sería imposible revertir la situación.

Así pues, la tendencia de los grandes ventanales en habitaciones como el salón o, incluso, el dormitorio, ha cobrado verdadero protagonismo. Con el paso del tiempo, sin embargo, se han ido depurando los diseños y los arquitectos exploran ahora fórmulas de luz indirecta con la que lograr otros efectos de la luz más sutiles.

Fachadas perforadas

Uno de los mejores ejemplos viene de la mano de las paredes perforadas o con múltiples aperturas que dejan pasar la luz. La luz que proporciona esta técnica ayuda a crear ambientes relajantes, con una comodidad térmica que, convenientemente regulada, contribuye además a proporcionar una ventilación natural.

La variedad y creatividad de los diseños permite jugar con las luces y las sombras, creando figuras y patrones muy variopintos. No obstante, es importante remarcar la importancia de tener en cuenta factores como la orientación de la luz del sol o el tipo acristalamiento a instalar para no perder su potencial equilibrio entre estética y funcionalidad.

La luz desde el techo

Una variante interesante del anterior viene de la mano de abrir espacios en el techo, bien sea a través de tragaluces o claraboyas. Especialmente indicados para las estancias de mayores dimensiones o que aquellas en las que las circunstancias impidan disponer de una ventana al exterior, el punto focal que aportan estos elementos resulta muy interesante. En los últimos años, su utilización en habitaciones como los cuartos de baño o la cocina se ha popularizado.

Es importante considerar que en este caso no hablamos tanto de luz indirecta, sino más bien todo lo contrario, por lo que aún es más crucial calcular bien la orientación y cómo entran los rayos del sol, así como el tamaño del tragaluz para jugar o no con una luz más difusa. Asimismo y al estar situados en el techo, el aislamiento y el uso de vidrios con buen rendimiento térmico ante las inclemencias del tiempo son fundamentales.

Combinaciones con grandes ventanales

La opción de los grandes ventanales, que suele ser la más habitual, también ha evolucionado en el tiempo, especialmente a la hora de jugar con el nivel de paso de la luz, algo que o bien se puede hacer directamente con el acristalamiento, combinando superficies traslúcidas, incluso de colores, con transparentes, o textiles y persianas.

En este último punto la variedad es infinitiva como vimos en el pasado, con persianas alicantinas, romanas, paneles japoneses, venecianas, etc. En esencia se trata de graduar y filtrar el nivel de luz que deseamos en cada momento, combinando los brillos sutiles con la luz directa, y creando ambientes diferentes según la hora del día, aportando incluso movimientos de luces y sombras. Todo ello, claro está, maximizando el nivel y la calidad del aislamiento, sino queremos acusar el impacto negativo de las fugas térmicas.