La chimenea, reina de este invierno

La incesante escalada del precio de la energía, ya sea electricidad o gas, ha devuelto a las tradicionales chimeneas de leña su papel protagonista para combatir el frío. Recién iniciado el otoño, muchos hogares quieren tener preparadas sus instalaciones y los deshollinadores no dan abasto. Se trata de una solución eficaz para calentar el hogar que, además, confiere una sensación acogedora como pocas en los fríos días de invierno.

Según datos de la Asociación Española de Fabricantes de Chimeneas y Estufas (AEFECC), la calefacción absorbe el 47% del consumo energético de los hogares españoles y, en los casos de viviendas unifamiliares, que representan el 35% del parque inmobiliario de España y son las que pueden instalar chimeneas, puede llegar a alcanzar el 64%. Así pues, no sorprende el regreso a las chimeneas.

Calentar toda la casa

Para sacar el máximo partido a una chimenea es preciso ser ambiciosos y no querer calentar únicamente la estancia en la que se ubique. En primer lugar, es importante una correcta instalación para poder obtener el máximo rendimiento con un mínimo consumo y, además, con mayor seguridad ante fuga de gases, para lo cual confiar en un profesional es la mejor opción.

Aunque en función de sus características una chimenea puede llegar a calentar estancias abiertas de entre 25 y 100 metros cuadrados, es posible repartir el calor por toda la casa, incluso, aunque ésta se extienda en varias plantas. Esto es posible gracias a un sistema de canalizaciones que, incluso, puede ayudar a calentar el agua de los radiadores.

En los últimos años, además, se están incorporando ventiladores en las chimeneas que contribuyen a un mejor reparto del calor, incrementando su eficiencia y proporcionando un calor más uniforme con menor consumo. Algunos cálculos cifran este mejor desempeño hasta en un 30%. Además, los últimos modelos no requieren de corriente eléctrica, funcionando gracias a la energía calórica generada a partir de los choques térmicos.

Marcando carácter

Además de su innegable funcionalidad, pocos elementos son capaces proporcionar al hogar la calidez y la sensación de bienestar que confiera una chimenea. Convertidas en el epicentro del salón, este elemento asume el papel de hilo conductor de la decoración de la estancia, pues buena parte del mobiliario, especialmente aquel que congrega a personas, se dirige a ese punto para disfrutar de él.

Por este motivo y aunque el fuego ya resulta suficiente atractivo, la decoración de la embocadura es algo para no tomarse a la ligera. A la opción del ladrillo refractario visto se le ha ido sumando con los años un amplio abanico de opciones que van desde el mármol, jugando con tonos blancos, beiges o grises, a la madera, la escayola… que pueden incorporar motivos a juego con el techo y las paredes.

No podemos olvidar, además, los últimos diseños de chimeneas suspendidas que, por lo general, son abiertas, lo que puede jugar estéticamente a nuestro favor, pero no funcionalmente, pues su rendimiento es del 30% frente al 70% de las cerradas.

Atracción de miradas

Dado que las miradas, inevitablemente, se dirigen hacia la chimenea, no sólo ésta cobra protagonismo, sino también todo cuanto la rodea. Por esta razón, debemos saber dar el toque preciso de decoración a ese punto, pues de él dependerá en gran medida la personalidad de todo el salón.

Las estanterías combinadas con espacios para almacenar algo de leña que dé un toque orgánico a la habitación es una de las opciones más extendidas. Sin embargo, no es la única y las últimas tendencias vienen marcadas por diseños asimétricos que aportan dinamismo y elegancia incorporando, incluso, bancos para sentarse al calor del fuego.