porches y terrazas

El verano es sinónimo de vida al aire libre, de jardín, terrazas y porches que nos brindan la oportunidad de reconectar con la naturaleza, refrescándonos entrando y saliendo de la piscina, disfrutando de buena conversación y bebidas heladas. En este enfoque orgánico de los porches o las terrazas, recurrir a la artesanía, ya sea en barro, hierro o piedra puede ser una muy buena idea, aportando ese detalle elegante que marca la diferencia.

Es obvio, que los muebles que escojamos serán determinantes, no sólo para nuestra comodidad sino para crear esa atmósfera de relajación que buscamos. En este sentido, hemos de ser prácticos y saber combinar diseño con durabilidad, pues aun estando bajo techo, estos muebles tendrán que soportar las inclemencias del tiempo, tanto en los meses de frío como de calor. La teka, el ratán o el bambú son un ejemplo de materiales indicados. La resistencia no sólo es algo a tener en cuenta con los muebles, también con los cojines, cuyas fundas es preferible que sean de colores claros que no destiñan con el agua y soporten bien el sol, sin quedar descoloridos en poco tiempo.

Paralelamente, los accesorios serán la guinda del pastel, pudiendo instalar ventiladores de techo que nos ayuden a combatir las olas de calor y lámparas de mimbre que aporten una luz cálida al caer la noche. En función del espacio con que contemos, una tendencia cada vez con más adeptos es la de los columpios, de una o varias plazas, en las que poder deleitar un cóctel con un agradable vaivén.

Facilitar el acceso

Tan importante como el porche o la terraza en sí es la vía de acceso a la misma. Idealmente, disponer de un acceso directo o muy cercano a la cocina es básico, pues tanto para las comidas como para las veladas nocturnas acortar el camino de transporte de las viandas es algo de lo que no nos arrepentiremos nunca… tanto a la hora de llevarlas, que se hace con más alegría, como a la hora de recoger.

De un tiempo para acá, dominan los espacios integrados, en los que prácticamente separa una amplia puerta corredera, eliminando cualquier escalón que dificulte la accesibilidad. Y es que el porche se disfruta por fuera, pero también por dentro, compartiendo momentos mientras se ultiman los platos a servir.

El toque natural

Las plantas juegan un papel fundamental, proporcionándonos frescor y fragancias que invitan aún más al relax mientras nos regalan un colorido sin igual. Saber elegir las plantas es importante, apostando por el jazmín, la buganvilla, la lantana o la dama de noche allí dónde el sol alcanza más, pues son plantas que reclaman sus rayos.

Otro tipo de plantas, como los ficus, las campanillas o la dipladenia juegan más con el sol y sombra y, lo que siempre es una apuesta segura, es forrar algunas de las paredes con plantas trepadoras, que nos ayudarán a bajar la temperatura con su frescor. Asimismo, para los menos duchos con las plantas, no sólo los cactus son una buena opción, también existen otras, como la caléndula que además de colorido y ser muy fácil de mantener, nos ayudará a repeler los insectos de otras plantas.

En esta misma línea y para los casos en los que no disponemos de porche techado, apostar por una parra es un éxito asegurado, porque además de crecer muy rápidamente, su sombra es muy agradecida y nos regalará buenos racimos de uva, dejando también abierta la opción a pérgolas cubiertas por glicinas.

En definitiva, se trata de pequeños detalles que seguramente acometamos con las vistas puestas en el verano y que, antes de darnos cuenta, veamos que han conseguido extender la vida útil del porche a otras estaciones del año.