En este espacio hemos abordado en diversas ocasiones la domótica, esto es, la aplicación de la tecnología para automatizar tareas cotidianas en nuestro hogar, ya en materia de electrodomésticos, climatización, iluminación o seguridad, entre otras. Poco a poco, ese concepto de casa domótica se ha ido transformando en la smart home o casa inteligente, que buscan maximizar el confort y la sencillez con la eficiencia, especialmente en lo que consumo energético se refiere, tal y como hemos explicado en algún artículo pasado.
La diferencia entre ambos viene definida por el uso de la tecnología de Inteligencia Artificial (IA) y del Internet de las Cosas (IoT). Ya no es sólo que podamos controlar y programar remotamente desde nuestro teléfono móvil el funcionamiento de nuestra calefacción o de la iluminación, sino que la casa en sí aprende patrones y lo hace por sí misma, haciéndonos una vida más fácil y placentera.
Cada vez más populares
Este tipo de soluciones de IA, así como la sensorización que trae consigo el IoT, ya no son un producto de lujo. Cada vez se ha ido reduciendo más su precio y en la actualidad, en función de nuestras pretensiones tecnológicas, podemos encontrar alternativas muy asequibles. Podríamos decir, en ese sentido, que se están popularizando las smart homes.
¿Por qué estamos relacionando tanto IA como IoT cuando hablamos de una casa inteligente? Sencillo, porque los sensores que conforman un despliegue IoT son los que capturan la información necesaria para que un sistema dotado con IA sea capaz de prestar sus servicios de manera desatendida, sin intervención manual de quienes habitan la casa o, como mucho, haciendo uso de los asistentes de voz como los de Apple Siri, Google Home y Amazon Echo.
Ejemplos prácticos de smart home
- Si el sistema no detecta presencia de personas durante largos espacios de tiempo en una estancia, puede apagar automáticamente luces, aire acondicionado, etc. que, quizás, se dejaron conectados por descuido.
- El despliegue de sensores por el techo puede actuar como un verdadero sistema nervioso de nuestra smart home, de manera que detecte si la ventilación en el hogar es la correcta y, de no ser así, abriendo las ventanas necesarias hasta alcanzar el punto óptimo.
- En términos de seguridad, un sistema domótico dotado de IA es capaz de detectar un acceso a la casa inusual o la apertura de ventanas que denoten actividad potencialmente sospechosa. De hacerlo, el sistema podría bloquear puertas y ventanas hasta verificar correctamente que todo está en orden.
- Uno de los puntos menos destacados habitualmente pero que en una casa inteligente proporciona muchos beneficios es la capacidad analítica de todos los datos que recopila el sistema, pudiendo ofrecer de manera gráfica y muy intuitiva dónde estamos realizando mayor consumo de agua o electricidad, qué electrodomésticos tienen mejor rendimiento o cuántas horas de luz natural hemos aprovechado en un mes, por ejemplo.
El reto de la seguridad y privacidad
Por último, no podemos terminar este artículo sin destacar la necesidad de que en todo sistema de smart home se garantice la seguridad y privacidad de los datos que se recopilan. Al cabo del mes son millones los datos almacenados y procesados que pueden convertirse en una fuente muy valiosa de información no sólo para los ladrones –que pueden detectar fácilmente patrones de horarios en los que no hay nadie- sino también de hábitos de consumo.
Evitar poner estos hábitos en conocimiento de compañías sin nuestro consentimiento es esencial para evitar una vulneración de nuestra privacidad y que nos terminen bombardeando con publicidad a nuestra medida, pero que no hemos autorizado.
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