La arquitectura modular nos retrotrae a nuestra niñez, cuando jugábamos a montar casas con aquellas piezas de colores de los juegos de construcción. En cierto modo, esa es su esencia, levantar edificaciones a base de componentes individuales –módulos– que se construyen por separado para después unirlos y que conformen una unidad arquitectónica útil.
Detrás de una vivienda basada en arquitectura modular hay todo un proceso que no resulta nada sencillo, partiendo de la necesidad de realizar un análisis previo de las necesidades del cliente, averiguando si realmente está justificado apostar por esta técnica constructiva.
La era de la personalización
Si por algo se caracteriza esta tipo de arquitectura es por su versatilidad, su capacidad para adaptarse a necesidades muy dispares y, en ese sentido, los módulos que formen parte de la vivienda tienen un grado de personalización muy elevado. En este sentido, si en cualquier proyecto debería resultar esencial ir de la mano del cliente, en la arquitectura aún más, planteando incluso una visión de futuro, pues siempre hay tiempo, meses o años después, de incorporar nuevos módulos con los que aumentar la superficie útil.
El trabajo de diseño es crucial en estos proyectos, pues toda la instalación eléctrica, de fontanería, climatización, etc. ha de encajar a la perfección cuando se ensamblen todos los módulos, algo que la tecnología informática ya facilita, tal y como se viene realizando en otros sectores como la construcción naval, donde el casco de los buques también se construye modularmente.
Ventajas de los módulos
Además de la versatilidad y capacidad de personalización, la arquitectura modular presenta muchas otras ventajas, entre las que podemos destacar:
- Ahorro de costes. Principalmente llegan por la vía de la optimización de los materiales que se tiene. Al construir módulo a módulo en la fábrica resulta más sencillo controlar que no se produzcan excesos, lo que indirectamente también hace la obra más sostenible. Al mismo tiempo, los materiales utilizados son más ligeros que en las construcciones tradicionales –no por ello menos resistentes- y tanto la logística como el tipo de maquinaria necesaria también traen aparejados ahorros.
- Ejecución de la obra. Los tiempos de entrega de este tipo de proyecto son mucho más sencillos de calcular, produciéndose menores desviaciones. Dicho de otro modo, al reducirse el número de agentes implicados en la obra y ahorrarnos un número importante de pasos, los proyectos se culminan antes y según los plazos previstos. Ya sólo el hecho de que la mayor parte del proceso constructivo se realice a cubierto, resguardados de las inclemencias del tiempo, agiliza las obras.
- Más seguridad. Relacionado estrechamente con el punto anterior, el trabajo en fábrica, a ras de suelo y sin estar expuestos a lluvia, viento o temperaturas extremas también es un plus de seguridad para el personal de obra.
Módulos energéticamente eficientes
Aunque ya se ha apuntado la reducción de la huella ecológica de la arquitectura modular, merece la pena dedicar unas líneas más a la eficiencia energética que podemos disfrutar con estas construcciones. Más allá de la calidad de los materiales empleados, dos son los factores que propician a la postre estos ahorros energéticos.
En primer lugar, el hecho de que cada uno de los módulos se construya en un espacio controlado como es una fábrica, garantiza que se siguen al pie de la letra las pautas estandarizadas y certificadas, al tiempo que se asegura una mayor precisión en los acabados. En segundo lugar y consecuencia de la anterior, la geometría perfecta de cada pieza modular, fruto de ese diseño informático, permite un ensamble exacto, favoreciendo un aislamiento optimizado que mejora tanto la calefacción como la climatización.
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