Cuando compramos una vivienda nos fijamos en su orientación, dimensiones, aislamiento térmico o en su eficiencia energética pero, ¿qué sucede con el confort acústico? Es una de las cualidades que también merecería toda nuestra atención, dado que es una parte esencial de la calidad ambiental interior de nuestro hogar.
La arquitectura lleva mucho tiempo prestando atención a este asunto, no sólo desde la óptica del diseño sino también de fabricación de nuevos materiales que contribuyan a conseguir mejores niveles de confort acústico. Esta problemática se ha de abordar desde dos puntos de vista distintos, dado que el ruido puede propagarse bien por la vía atmosférica, y hablaremos de ruido aéreo, o por la vía física, en cuyo caso nos referiremos al ruido de impactos y vibraciones.
El Documento Básico (DB) HR–Protección frente al ruido del Código Técnico de Edificación (CTE) es muy estricto a la hora de establecer las reglas y los procedimientos para cumplir con las exigencias básicas de protección frente al ruido.El objetivo es evitar cualquier riesgo de cara a las personas para, así, evitar que en condiciones normales sufran molestias o, incluso, padezcan enfermedades provocadas por el ruido.
En este sentido, los consumidores sin conocimientos técnicos o que, sencillamente, nos perdemos en las métricas de decibelios, estamos de enhorabuena porque acaba de aprobarse la nueva norma UNE 74201 que nos dará una mayor transparencia y conocimiento sobre el confort acústico de nuestra vivienda. El sistema es muy similar al de las letras de eficiencia energética de los electrodomésticos, especificando seis clases: A, B, C, D, E y F, siendo la clase A la más alta y la F la más baja. Esta norma, incluso, clarifica cómo ha cambiado la calidad acústica antes y después de cualquier actuación de rehabilitación, atendiendo a categorías como el aislamiento frente al ruido aéreo, de impactos entre recintos, niveles de presión sonora o tiempo de reverberación.
Nuevos materiales
En esencia, se trata tanto de reducir el impacto negativo de la contaminación acústica que procede del exterior como de favorecer una mejor acústica interior. El documento técnico detalla cómo han de ser los elementos constructivos interiores de separación, así como las fachadas, las cubiertas, las medianerías o, incluso los suelos.
En este campo encontramos grandes innovaciones de materiales, con fachadas de cerámica ventiladas, los paneles de hormigón de última generación o los suelos de construcción en seco. Las innovaciones tecnológicas han contribuido a ir desterrando la práctica constructiva que atribuía mayor aislamiento cuando mayor era el espesor y peso de los muros y tabiques. Nuevos elementos, como los paneles SIP (Structural Insulated Panel), vienen a demostrar que ya es posible construir y aislar de otro modo.
La importancia del interior
Si poco se piensa en el aislamiento acústico de cara al exterior, aún menos se tiende a hacer de cara al interior de la vivienda. Es importante que tanto los elementos constructivos horizontales como los adyacentes vayan de la mano para mantener unos niveles de aislamiento adecuados.
Ya no se trata únicamente de evitar el ruido, sino también de atajar el problema de la reverberación, es decir, esos molestos ecos cuando rebotan las ondas sonoras por las superficies de una estancia. La causa del problema es un mal diseño del espacio y una pésima selección de los materiales a la hora de pensar en la absorción del sonido. La norma general es que las condiciones acústicas que no excedan de 65 decibelios de media y de 0,5 segundos de tiempo de reverberación.
Por otro lado, además de aislarnos del ruido, en el confort que buscamos entra también en juego obtener mejores sonidos, es decir, disfrutar una mejor acústica. Además de utilizar en la construcción materiales blandos y flexibles, podemos incorporar también paneles acústicos en paredes y techos y jugar con elementos de decoración absorbentes, como es el caso de cojines, cortinas, alfombras y, por supuesto, sillones, sofás, etc.
Deja tu comentario