Esta nueva era también ha impactado de pleno en la arquitectura post-COVID, cuyos diseños se proyectan ahora de un modo distinto. Resulta evidente que en el último año y medio la pandemia de COVID-19 ha cambiado nuestra manera de vivir. Sus efectos se han dejado notar con contundencia en el día a día, pero también en otros ámbitos. Como es la elección del lugar de residencia, habiéndose retornado a las periferias, huyendo de los centros urbanos donde, por lo general, los espacios son más reducidos.
En realidad, lo sucedido con el coronavirus no es algo inédito; a lo largo de la Historia las diferentes pandemias sufridas han alterado tanto la arquitectura como el modo en que se diseñan nuestras ciudades. Sucedió, por ejemplo, con la peste bubónica y las ratas, cuando a principios del siglo XX se optó por los cimientos de hormigón para impedir que los roedores cavaran para hacer sus nidos.
En la actualidad, la consecuencia más directa en la arquitectura post-COVID es la búsqueda de una mayor amplitud. Muchas personas han pasado de concebir su vivienda como un mero lugar en el que descansar sus huesos tras la jornada laboral a verlo como su verdadero hogar, como un espacio del que disfrutar plenamente. Este cambio de paradigma es crucial para entender la nueva arquitectura, en esta época post-pandémica ha de incorporar estos nuevos planteamientos. Algo que nosotros nunca hemos perdido de vista, teniendo siempre muy presente la meta de un hogar saludable.
Espacios más abiertos y polivalentes en la arquitectura post-COVID
Así pues, la máxima de los espacios abiertos cobra protagonismo, junto a una mejor iluminación natural con amplios ventanales y una muy buena ventilación, algo, por otro lado, que desde hace años ya formaba parte del sello inconfundible de Blues Simon Group. La diferencia, especialmente en los casos en los que las dimensiones de la vivienda así lo condicionen, es la necesidad de hacer más polivalentes algunas estancias.
El mejor ejemplo de ello es cómo la tendencia creciente a teletrabajar, al menos, algunos días a la semana, puede llevar a que despacho y salón terminen compartiendo espacio, por lo que un diseño luminoso y con la directriz de ‘juntos pero no revueltos’ ha de primar el nuevo enfoque.
En esta misma línea, el recuerdo de los tres meses de confinamiento y la búsqueda de cierta autosuficiencia va a propiciar que, por ejemplo y cuando sea posible, se reserven espacios para el deporte y la actividad física en la misma vivienda, donde las terrazas y los balcones, como puertas al exterior, son otros de los elementos que han cobrado una mayor relevancia.
La sostenibilidad como norma
Esta nueva arquitectura está planteada para poder superar, no sólo las crisis sanitarias, sino también las energéticas, partiendo siempre desde la sostenibilidad. En este sentido, ya no es sólo que el aprovechamiento de la energía termosolar y fotovoltaica se incluya en los proyectos, sino que vemos cómo van a cobrar cada vez más fuerza tendencias por las que Blues Simon Group ya venía apostando, como es la utilización de materiales responsables con el medio ambiente y tejidos y acabados antibacterianos.
Lo mismo sucede con la calidad de los aislamientos –térmicos y acústicos-, algo en lo que, a diferencia de nosotros, una parte del sector venía escatimando y le ha pasado factura –la OCU ha revelado que se ha producido un incremento del 28%- a quienes ahora han de pasar más horas en su hogar y gastan mucho más dinero en su calefacción o sistemas de refrigeración.
Como siempre ha hecho, la arquitectura volverá a adaptarse a las circunstancias para dotar a las personas de una mejora calidad de vida. Este objetivo ha guiado siempre nuestro empeño y ahora, al revisar la arquitectura que viene, comprobamos con orgullo que no nos equivocamos y nos anticipamos a la era post-COVID.
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