El paisajismo, esto es, es capacidad para dar forma al paisaje que nos rodea, es una parte muy importante del sello de Blues Simon Group, cuya filosofía constructiva integra orgánicamente sus edificaciones con el entorno natural. El clima mediterráneo en el que nos encontramos nos aporta, además, un amplio abanico de posibilidades para poder hacerlo, incluso, en invierno.

Una de las principales características de los jardines mediterráneos es su capacidad para resistir temporadas de sequía, así como condiciones climáticas extremas, lo que facilita extraordinariamente su mantenimiento. El clima que tenemos nos da juego para disfrutar de un exterior de nuestra vivienda luminoso, aromático, fresco y, además, sostenible.

Sin embargo, no podemos caer en la plantación anárquica, sin planificación, pues una amalgama de especies vegetales sin un hilo conductor arruinará la armonía de colores, masas y texturas que buscamos en nuestro jardín.

Paisajismo

Amplio abanico de posibilidades

El colorido es la norma en el paisajismo mediterráneo, capaz de combinar con maestría hibiscos con jazmines, lirios con buganvillas, dondiegos con genistas, madreselvas, lantanas… incluso, claveles de monte con muros floridos de arenarias blancas –también conocidas como ala de mosca muerta- , algunas de ellas que sin ser autóctonas de la zona se han adaptado a la perfección a nuestro clima.

Un colorido que puede mezclarse con otras plantas de aspecto más duro, buscando de esta manera el contraste con la delicadez de las plantas con flor, como son las infinitas especies de cactus, echeverías, la variedad de plantas crasas, con la siempreviva a la cabeza o el aloe vera, tan extendido en nuestra región.

Al fresco de la sombra

No puede descuidarse, además, la necesidad de generar espacios de sombra natural. Para ello, la costa mediterránea cuenta con especies como la higuera, los pinos silvestres y piñonero, el alcornoque, el laurel o la encina que pueden regalarnos tardes de sombra maravillosas para disfrutar de una sobremesa chill-out. Hay quien gusta más de un toque tropical y opta por alguna de las especies de palmera que asientan muy bien en nuestra región.

Si, además, queremos aportar algo más de colorido, con esa explosión de cromatismos cálidos, incluso en otoño o invierno, podemos apostar por los árboles frutales, como el naranjo, el limonero, el mandarino, el madroño, el olivo o el granado, entre otros. 

Un toque aromático y nutritivo

No podemos olvidar el perímetro de nuestra parcela, para el que podemos aprovechar al que de largo es uno de los grandes protagonistas del paisajismo mediterráneo. Hablamos del ciprés, una conífera de frondoso fondo verde (y perenne) que nos aportará la privacidad que queremos para nuestro jardín. 

Además, y ya mirando a las especies bajas para delimitar parterres, podemos combinar los arbustos con plantas aromáticas que proporcionen frescor y esa agradable fragancia que se mezcla con los jazmines y el azahar: nos referimos al tomillo, la lavanda, el romero o la jara.

Si además de cultivar especies vegetales queremos cultivar aficiones, quizás podremos destinar una parte de nuestra parcela a un huerto, en el que dar rienda suelta a nuestra vertiente más rústica, actividad en la que muchas personas encuentra otra válvula de escape. El inverno es época de habas, orientales como el pak choi o las coronas de tak choi, el morado de la lombarda para la cena de Nochebuena, las zanahorias o las coles de Bruselas. 

El jardín y el paisajismo que llevemos a cabo son un parte más de nuestra vivienda, de nuestro hogar. De nuestro saber hacer, no sólo optimizaremos el entorno sino la propia arquitectura, mejorando nuestro disfrute sin caer en alterar la idiosincrasia del lugar.