Con la llegada del verano, incluso mucho tiempo después de haber abandonado nuestra etapa estudiantil, tendemos a hacer balance del curso escolar. Este año, con el azote de la pandemia del COVID-19, parece que esta autoevaluación se hace aún más necesaria. Blues Simon Group no es una excepción porque, además, esta autoexigencia nos resulta imprescindible para seguir embarcados en nuestro proceso de mejora constante.
Como hemos visto en artículos anteriores, la situación de partida de nuestra compañía respecto a otras organizaciones para afrontar los meses de confinamiento que hemos vivido era mucho más favorable. Habíamos hecho los deberes y nuestra estrategia de modernización nos había dotado de la tecnología y los procesos necesarios para seguir desarrollando nuestra actividad de manera remota.
Redes de seguridad
A pesar de esta red de seguridad con que contábamos, teníamos otra que todavía reconfortaba más, que en mitad de la vorágine y el caos que supuso el coronavirus en algunos momentos, nos inyectaba en vena esas dosis de tranquilidad y calma que marcan la diferencia. Nos referimos a la red que ha supuesto el ecosistema Blues Simon Group, comenzando por nuestro propio equipo, pasando por los socios y proveedores y terminando en los mismos clientes.
Lo cierto es que en estos meses tan complicados nos hemos sentido muy arropados por todos ellos, recibiendo muestras de cariño como la emotiva carta de Petra, en la que ella y su marido no sólo aseguraba que “no existe el ‘no se puede’ para Blues Simon Group” sino, aún más importante para nosotros, elogiaba a toda nuestra plantilla de profesionales.
Han sido meses en los que nos hemos apoyado unos en otros, sacando lo mejor de cada uno para llegar juntos a buen puerto, en los que hemos seguido tejiendo relaciones en proyectos tan ambiciosos como el llevado a cabo junto a Ramón Gandía Brull (RGB Arquitectos), el arquitecto Joaquín Pérez y Royal Residence Lifestyle. Esa sintonía que logramos, amplificando las sinergias hasta cotas inimaginables es la que se materializa en proyectos como el que desarrollamos con De Appelboom, con nuestra querida Peggi Kramer que aportó su buen hacer en interiorismo a la profesionalidad del arquitecto José Luís de María.
Por esta capacidad de respuesta, por el modo en que todos hemos trabajado juntos para forjar resiliencia en los momentos en los que más necesaria era ésta, nos sentimos tremendamente agradecidos a todos vosotros.
Certidumbre en la incertidumbre
Tiende a decirse el COVID-19 ha generado un escenario de incertidumbre, lo que en economía se conoce como la teoría del cisne negro, que describe un suceso inesperado y de gran impacto. A buen seguro que el coronavirus lo ha sido y que plantea un panorama de volatilidad y de imprevisibilidad que está poniendo en jaque a muchas organizaciones.
Aun asumiendo esta circunstancia y, por supuesto, reconociendo que el COVID-19 nos ha hecho parar, dar un paso para atrás y repensar nuestra estrategia para salir adelante con más ganas, ilusión y pasión que nunca, hemos también de admitir que jugamos con ventaja.
Ante este horizonte plagado de incertidumbre, nosotros contamos con una certidumbre, podríamos decir que balsámica. Hablamos de la certeza de este ecosistema Blues Simon Group, que durante más de una década y poco a poco hemos ido construyendo entre todas y todos, tejiendo la red de seguridad que mencionábamos anteriormente.
Si algún efecto ha tenido el coronavirus a ese respecto, ha sido el de fortalecer nuestras relaciones, esas que siempre hemos mimado y que, en los momentos más complicados dan lo mejor de sí, demostrando lo sólidas que son.
Por todo ello, sintiéndonos muy afortunados, os deseamos un muy feliz verano, con la promesa de que a la vuelta del mismo estaremos donde siempre hemos estado, a vuestro lado para seguir construyendo un futuro juntos.
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