A la hora de incluir carpintería en el hogar podemos inclinarnos por diferentes opciones, con la disyuntiva de la madera de toda la vida o el DM a la cabeza de ellas. Ambas alternativas son apuestas a caballo ganador, pero merece la pena un repaso a cada una de ellas. 

La carpintería de madera ha sido durante décadas la tradicional, con árboles como el roble, el haya nogal, el cerezo y las especies tropicales como las más resistentes, mientras que el pino se convertía en el rey del hogar, aunque se trata de un material mucho más blando. En realidad, podríamos decir que esta carpintería es el referente y al que el resto de modalidades pretende imitar. 

Por su parte, la carpintería DM, también conocida melamina es dura y resistente. Consiste en una mezcla de partículas de madera recubierta por una capa de resina sintética, si bien es verdad que también podemos encontrar el DM desnudo, esto es, sin ningún acabado, bien porque se vaya a pintar la laquear posteriormente o porque no sea necesario al encontrarse en una parte no visible.

Madera

La opción natural

La opción de la madera acostumbra a ser más cara, si bien es cierto que si realizamos un mantenimiento adecuando su vida útil es mayor que la del DM. A ello se suma, además que es una opción natural, reutilizable, recuperable y reciclable y tolera mejor las condiciones de humedad. 

En ocasiones se opta por la madera lacada, dándole un aspecto similar al acabado que ofrece el DM; sin embargo, el resultado no es el mismo. A diferencia de lo que sucede con el DM, en el que la capa exterior en realidad forma parte misma del material, en la madera la capa de laca es un añadido, de manera que puede terminar desprendiéndose total o parcialmente tras un golpe o un arañazo

Las buenas noticias son que ante una incidencia o, simplemente, el deseo de cambiar la estética, en el caso de la madera podremos lijar y recuperar el material original sobre el que aplicar un acabado diferente, mientras que en el DM tendremos que ir superponiendo capas de lacas, pinturas o barnices.

La opción versátil

Es importante no confundir el DM con el aglomerado, que básicamente se compone de serrín, polvo y otros deshechos de la madera prensados con resina y pegamento, ofreciendo un acabado menos liso y uniforme. 

Este tipo de maderas viene recubierto por una resina plástica, que normalmente tiene también fines decorativos, que se llama melamina (de la que toma el nombre). Esta resina es la que confiere al material mayores propiedades de resistencia y durabilidad, al dejar una superficie libre de poros, aunque es preciso que los cantos de la madera también se encuentren protegidos.

Dada su durabilidad y resistencia, este tipo de carpintería se utiliza mucho en muebles que están sujetos a mucho uso, con un desgaste considerable. Un buen ejemplo de ello son los muebles de cocina, aunque a día de hoy los encontramos en todas las habitaciones, incluido el salón o los dormitorios. Resulta sencillo trabajar con el DM, tan para cepillar, fresar y cortar para poder ajustarse a las dimensiones necesarias.

¿Quién reina?

Dada la extensión que ha tenido el DM, en parte impulsado por su menor coste, ya no es tan frecuente encontrar muebles de madera maciza y, cuando los hay, generalmente es en entornos más rústicos. Sin embargo, la madera maciza no ha desaparecido de escena, pues se destina a las partes de muebles que requieren una gran resistencia al peso, como es el caso de las sillas o de los esqueletos de tapicería, por ejemplo.

En este sentido, los avances en el tratamiento de la madera han avanzado tanto que en ocasiones, incluso a los profesionales les cuesta distinguir a simple vista una carpintería de DM de una de madera. No sólo eso, sino que no son pocas las veces en que podemos encontrar en un mismo mueble los dos materiales, con las traseras y los fondos de los cajones con tableros de melamina y el resto de madera.