A menudo no prestamos la debida atención al mantenimiento de nuestros hogares, a pesar de que realizarlo adecuadamente únicamente trae consigo efectos beneficiosos para nuestra salud y  también para nuestro bolsillo. Sin embargo, el día a día nos absorbe y terminamos por ir postergando estas tareas.

Estos meses de confinamiento en nuestros hogares, probablemente han ayudado a aflorar carencias en el mantenimiento de nuestra vivienda y que, lamentablemente, por no haber tomado las debidas medidas preventivas ahora se ha convertido en una reparación más cara.

Para no caer en este tipo de malas prácticas, hay personas que, directamente, optan por diseñarse una especie de plan anual de mantenimiento. Es una buena guía para que no se nos escape ningún detalle y podemos hacerlo, además, en función de las estaciones de año. De este modo, podemos dedicar el periodo de mejor tiempo, esto es, la primavera y el verano, para todo el mantenimiento que afecte al exterior de la casa y, por el contrario, los meses más adversos –otoño e invierno- en los que la lluvia y el viento dificultan los trabajos, al interior de la vivienda.

Mantenimiento

Condicionantes

Existen diversos factores que pueden variar las tareas de mantenimiento y su periodicidad. Entre estos condicionantes, por ejemplo, se encuentra la antigüedad de la casa, dado que cuantos más años tenga el inmueble, mayor atención habrá que prestar a su cuidado. 

Asimismo, la ubicación de la casa también puede jugar un papel fundamental, pues en función de su proximidad al mar, el deterioro exterior puede ser mayor; lo mismo sucede con otras condiciones atmosféricas como la humedad.

En el interior

Entre las tareas de mantenimiento más básicas podríamos destacar las referidas, por ejemplo, a nuestros aparatos de climatización. Este tipo de electrodomésticos precisan una revisión y limpieza de los filtros de manera periódica, al igual que los detectores de humo. No caer en la dejadez, además de ahorrarnos algún que otro susto, alargará su vida útil. Lo mismo sucede con la mayor parte de los electrodomésticos de la cocina, cuyo uso es intensivo: basta seguir las indicaciones de su manual.

Si contamos con sistema de calefacción y radiadores, es importante no olvidar purgar cada temporada el aire que se acumula en el circuito, pues de no hacerlo perderemos eficiencia energética a pasos agigantados. En esta misma línea de eficiencia, es importante vigilar una buena presión del agua –de no tenerla podría significar fugas- y mantener en buen estado la instalación eléctrica.

Aparte de la cocina, otra de las habitaciones que más atención requiere es el cuarto de baño. Comprobar el estado de los sanitarios y de la grifería, que no tengan fugas de agua, pueden suponernos ahorro. Igualmente, es conveniente repasar las juntas de los azulejos para evitar que se generen mohos o se desprenda alguno de ellos como consecuencia de la humedad.

En el exterior

Como hemos visto en el interior, tampoco resulta tan complicado estar vigilantes al estado de nuestro hogar. También encontramos tareas muy sencillas en el exterior, como desatorar desagües, tuberías y canalones; comprobar si los marcos de las ventanas conservan el estándar de aislamiento que nos proporciona confort; o cosas tan básicas como proteger los aspersores del jardín para que no se hielen si vivimos en zonas frías.

En función de lo adverso del clima y el desgaste exterior, es conveniente pintar la fachada periódicamente, no sólo por motivos estéticos, sino también para protegerla de los agentes climáticos, así como revisar anualmente el estado del tejado para  prevenir goteras. 

Otras tareas importantes y que no requieren de un gran esfuerzo es, sencillamente, pasear detenidamente por toda la casa, dentro y fuera de ella, buscando grietas, humedades o desniveles. Este recorrido puede ayudarnos a detectar a tiempo una incidencia que, de ir a más, nos abocará a costosos trabajos de reforma.