Tener la fortuna de disfrutar de un jardín en casa es un regalo. Un espacio verde con piscina que, gracias al clima que tenemos, nos brinda la oportunidad de convertir nuestra parcela en un reducto de relajación después de un duro día de trabajo o en un punto de encuentro para veladas inolvidables.

Una de las grandes ventajas que traen consigo las viviendas unifamiliares son sus jardines que, con un poco de mimo tanto en su planteamiento como en su posterior cuidado, puede traernos muchas alegrías. Las composiciones vegetales que con las que podemos jugar son infinitas, tratando siempre de jugar con las especies autóctonas, porque se adaptarán mejor al entorno, serán más sostenibles por requerir menos cuidados, aguantarán mucho mejor las plagas y, en algunos casos, contribuiremos a la protección de determinadas especies.

En este sentido, no podemos olvidarnos de la sombra y, para ello, podemos plantar árboles como pinos o laureles, pasando por frutales, como limoneros, higueras, naranjos o, incluso, granados, que aromatizarán el espacio. Asimismo, la nota de color puede venir de plantas como las verbenas, rosales, tagetes, gazanias, geranios…

Si nos sentimos más audaces, podemos lanzarnos a crear jardines verticales o, si no, recurrir a las especies trepadoras de toda la vida, como la parra, el jazmín, la buganvilla, la hiedra… Lo que, irremediablemente nos lleva a pensar en nuestro cercado, el muro que nos salvaguarda del exterior y que bien puede estar adornado con plantas como la adelfa, el galán de noche, el mirto, la retama o el hibiscus, entre muchos otros.

Jardín

El agua, protagonista

El agua es un elemento indispensable en los jardines. Más allá de la piscina en la que combatamos los rigores del calor, contar con una fuente o un pequeño estanque puede dar a nuestra parcela un toque muy especial.

En cuanto a las piscinas, las elevadas han ido dando paso a las que se construyen a ras de suelo y las piscinas infinitas que terminan por fundirse hasta confundirse con el cielo y el mar Mediterráneo, especialmente en lugares elevados.

En ocasiones nuestra parcela no tiene una superficie demasiado grande, pero no por ello debemos renunciar a la piscina, que no tiene por qué estar planteada para nadar, sino únicamente para refrescarse y dar un toque estético exclusivo a nuestro jardín.

A la hora de repasar materiales, los solados de piedra caliza local o la apuesta por lamas de madera natural son algunas de las tendencias que se van imponiendo, proporcionando un contraste orgánico con el piso de césped.

En función de la distancia entre la piscina y la casa, podemos dar rienda suelta a nuestra creatividad marcando un sendero flanqueado por plantas aromáticas (lavanda, tomillo, romero, santolina…) que termine en otro de los elementos que mayor protagonismo ha cobrado: las pérgolas. Nuevos espacios de sombra en los que podemos montar un velador y algunas de las tumbonas balinesas inicien el camino hacia el solárium.

Disfrute nocturno

El disfrute del jardín e, incluso, de la piscina, no es patrimonio del día, también de la noche. Por este motivo, es muy importante prestar la debida atención a la iluminación artificial nocturna. El amplio abanico de luces LED que se pueden encontrar ya en el mercado, así como lámparas solares que aporten un juego de luces indirectas pueden crear una atmósfera ideal para esas largas noches de verano en buena compañía, destacando partes de nuestra casa. Una iluminación, además, que se incorpora al interior del vaso de la piscina, para disfrutar de baños relajantes bajo las estrellas.

En suma, con un poco de mimo, podemos conseguir que al salir de nuestra casa disfrutemos de un lugar de ensueño con vistas al mar, integrado en el ambiente para sacarle el máximo partido durante toda la época del año.