La filosofía Feng Shui es un concepto filosófico asiático milenario, un sistema de estética china que, desde hace años, se ha introducido en la decoración de interiores. Sin embargo, poco a poco ha cobrado mayor peso y también tiene su impacto en la misma arquitectura de los edificios e, incluso, en el diseño de las ciudades.

El Feng Shui encuentra su base en la doctrina taoísta que, en esencia, relaciona la disposición de los espacios en función de los puntos cardinales para favorecer el flujo de energía (el ‘chi’). Los más puristas hablan de establecer un diálogo entre nosotros y nuestro entorno, de tal modo que mejore nuestra salud física y espiritual con un mejor flujo de la energía positiva.

Más allá de ese tinte espiritual, que puede o no ser compartido, lo cierto es que la filosofía Feng Shui mejora la relación entre el humano y el medio ambiente, buscando una armonía combinando factores como el clima, características del terreno, etc. En ese sentido, muchas de sus premisas son aprovechables, incluso, por los más escépticos. Blues Simon Group, de hecho, ya ha utilizado este enfoque en algunos de sus proyectos, como el desarrollado en Javea. en el que se respetó una entrada limpia y amplia, con abundante vegetación y, ya en la casa, grandes ventanales (que son los ojos de la vivienda).

FengShui

Los clásicos en decoración

Algunos de los aspectos de la filosofía Feng Shui ya son de sobra conocidos en el mundo de la decoración de interiores. Entre ellos podríamos destacar:

  • Dar importancia al recibidor, puesto que es la puerta de entrada a la casa y, por muy pequeño que sea, ha de estar despejado e iluminado.
  • Promover las estancias conectadas o, lo que es lo mismo, evitar esos pasillos largos y oscuros. Se apuesta más por la reducción del número de tabiques y de puertas. En su lugar, se priorizan las estancias unificadas en donde cocina y salón compartan espacio, por ejemplo.
  • A la hora de elegir el color de la pintura, los espacios de vida social (energía Yang), como el comedor o el salón, piden colores intensos, mientras que los de energía Ying, como el dormitorio, reclama colores más suaves, del espectro frío (azules y verdes pálidos) para favorecer la relajación.
  • Despejar las habitaciones, limpiando los ambientes de cosas inútiles. Huir a toda costa de la acumulación de objetos a los que ni siquiera prestamos atención.

La importancia en los planos

Dado que, implícitamente, en el Feng Shui podemos encontrar aspectos de la ingeniería ambiental, la construcción biológica, la ergonomía o la bioenergética, entre muchos otros, no sorprende que tenga impacto en la misma arquitectura de los edificios e, incluso, en el diseño de las ciudades.

Esta filosofía, ante todo, observa la naturaleza y, como consecuencia de ello, el clima. En ese sentido, la orientación de las casas es clave. Aunque en el Feng Shui existen hasta ocho puntos cardinales en los que es posible situar el frente de la casa, coincide con la arquitectura tradicional en que las orientaciones al norte son las menos adecuadas.

En esta línea, una de las que más positivas ve esta filosofía es el este, que, desde un punto de visto de eficiencia energética, nos favorecerá extraordinariamente, puesto el calor acumulado durante la mañana se libera durante la tarde-noche.

Si contamos con una parcela, tenemos que prestar atención a que la puerta de la finca no esté en línea con la de la puerta principal de la casa, pues la energía positiva entra por una puerta y sale por la otra. Además, como sucede con el interior de la casa, el jardín debe estar lo más despejado posible, con sendas limpias y sin obstáculos.

Desde un punto de vista arquitectónico, la planta de la casa ideal es una que sea lo más regular posible, siendo una forma cuadrada o rectangular completa las mejores opciones. Asimismo y siguiendo la premisa de maximizar los espacios, se apuesta por los techos altos, aunque mejor lisos que con vigas vistas para, de ese modo, evitar sensación de opresión.