La elección del tipo de energía en nuestra vivienda viene determinada principalmente por el sistema de climatización de que dispongamos o pensemos utilizar en ella. Por ello, a la hora de decidir dicho sistema, y con el fin de obtener el máximo de eficiencia y rentabilidad al consumo energético del hogar, debemos prestar especial atención a los suministros disponibles en la zona, los metros de la vivienda, el tipo de vivienda o bloque y, en caso de tratarse de una obra nueva o una reforma, el tipo de calificación energética que se pretenda conseguir.
Los tipos de energía más utilizados son el gas, la electricidad, y en menor medida, las energías renovables.
El gas es hoy por hoy, la fuente de energía usada con mayor frecuencia, debido sobre todo, a que la inversión para su instalación es relativamente baja. Dentro de este tipo de combustible podemos encontrar dos métodos diferentes de utilización: el gas natural y el gas licuado o GLP.
El gas natural se compone en su mayor parte de metano y es transportado por una red de tuberías que une miles de kilómetros. El rendimiento con este tipo de combustible está aumentando significativamente con la utilización de calderas de condensación, puesto que no supone un gran gasto ni espacio en su instalación y provoca menos emisiones de CO2 que otros combustibles fósiles.
Mediante las calderas de condensación podemos obtener calefacción utilizando radiadores, suelo radiante o calefacción radiante. Trabaja de forma muy eficiente con agua situada entre los 35 y 45ºC y reparte el calor de forma constante y sin cambios bruscos.
Por tanto, siempre que se disponga de una red de gas natural en la zona, este sistema se presenta como una de las mejores alternativas para la climatización del hogar, pudiéndolo alimentar incluso, con paneles solares térmicos.
En el caso de las viviendas unifamiliares donde no llega la red de gas natural, una buena alternativa es el gas licuado del petróleo (GLP). Este combustible se compone de metano y propano licuados a baja presión que reducen su volumen y facilitan su transporte . Por ello su ventaja es que puede ser almacenado en tanques especiales para su comercialización y distribución.
La electricidad como fuente de energía para la producción de calefacción o agua caliente sanitaria, es otra buena alternativa en el caso de viviendas pequeñas a las que no llegue otro tipo de suministro como el gas , puesto que es limpio, seguro, no genera gases directamente al consumirla y necesita normalmente poco espacio para su instalación . El inconveniente que presenta es que posee un consumo más caro, por lo que habrá que estudiar en cada caso su rentabilidad frente a otros combustibles. Por lo general, su utilización es más indicada en caso de consumos pequeños, en segundas residencias o viviendas situadas en zonas más cálidas.
Entre los sistemas más utilizados para la propagación del calor mediante la electricidad encontramos la calefacción eléctrica por convectores, calefacción eléctrica por acumulación, emisores termoeléctricos, suelo radiante, y uno de los más eficientes actualmente, como es la bomba de calor.
En lo referente al aire acondicionado, debemos procurar que los equipos que instalemos sean los más adecuados para nuestras necesidades y, aunque inicialmente sea un poco más caro, que sean equipos con etiquetas energéticas adecuadas para asegurarnos una mayor eficiencia posible en su consumo.
Por último, otra alternativa para la climatización del hogar viene de las energías renovables.
Las energías renovables pueden obtenerse del sol, del viento, del agua, de materias primas renovables (biomasa) o de la tierra (geotermia). Podemos generar energía eléctrica a partir de alguno de estos recursos, Con la ventaja principalmente de que el uso de estas energías produce muchas menos emisiones. El inconveniente es que precisa de inversiones tecnológicas que, en algunos casos, no son rentables.
Los sistemas más utilizados son los paneles solares, que normalmente necesitan de algún otro sistema de apoyo, y la aerotermia, que permite obtener energía del aire para cubrir la demanda de calefacción, refrigeración y agua caliente sanitaria que buscamos. Ambos sistemas son limpios y seguros, pero requieren generalmente espacios especiales reservados para sus instalaciones. Eso sí, aunque en un primer momento requieran una inversión mayor,a largo plazo, en caso de consumos altos, pueden llegar a generar un gran ahorro.
En todo caso, antes de decidirnos por uno u otro, lo mejor será acudir a técnicos o empresas especializadas en ahorro energético para que estudien nuestro caso en particular y poder asesorarnos así sobre lo más conveniente para nuestra vivienda.