En ocasiones, da la sensación de que hablar de domótica es hacerlo en tiempo futuro. Nada más lejos de la realidad, porque la incorporación la tecnología informática y de comunicaciones al hogar se produjo hace ya muchos años. Cosa bien distinta es que el futuro sea muy prometedor. 

Podríamos decir que, a grandes rasgos, tendríamos que remontarnos hasta la década de los 50 para ver el primer ingenio domótico. Se le atribuye al inventor Jhoel Spira, que fue capaz de construir un dispositivo capaz de regular la intensidad de la luz en las habitaciones. Imaginen el impacto del invento hace más 60 años. Desde entonces, claro está, ha llovido mucho, especialmente en la última época, en la que se ha producido un auténtico torrente de ingenios domóticos.

El concepto de automatización y control remoto siempre ha estado en la mente de los ingenieros, tal y como demuestra que en 1966 ya se creara el que es considerado por muchos el primer producto domótico del mundo. Se trataba de ECHO (Electronic Computing Home Operator) IV, una suerte de computadora diseñada para controlar la temperatura de la casa, encender y apagar electrodomésticos o confeccionar la lista de la compra, entre otras funcionalidad… claro está, con muchas limitaciones, comenzando por la conectividad o las grandes dimensiones del aparato.

Domótica

La normalización de la comodidad

Hoy en día, ya no nos sorprende poder abrir la puerta del garaje con un mando a distancia o con el teléfono móvil, que las luces se enciendan cuando los sensores nos identifican o, incluso, encender la calefacción desde nuestra oficina o subir y bajar las persianas haciendo uso de nuestro smartphone.

Paulatinamente, hemos normalizado todo ese uso de la tecnología en nuestro hogar, con un marcado énfasis en la eficiencia energética y la seguridad. De esta manera, se han popularizado los dispositivos capaces de controlar de un modo inteligente la iluminación o la temperatura, aprovechando incluso las horas de tarificación más económicas; el riego de los jardines, etc.

Al mismo tiempo, los controles de intrusión también se han extendido, con cierres automáticos de todos los accesos, alarmas técnicas que pueden detectar desde fugas de gas a cortes de luz, cámaras de videovigilanciaque podemos ver en nuestros dispositivos móviles desde cualquier lugar en cualquier momento…

El futuro ya está aquí

La gran pregunta es, ¿hacia dónde nos encaminamos? ¿Qué nos depara el futuro? Ya tenemos ingenios que nos están dando algunas pistas, como son los asistentes digitales tipo Alexa, Siri o Google Assistant, capaces de controlar electrodomésticos a golpe de orden de voz. Pero no son los únicos; si hace años ya que se acuñó el término de ‘hogar inteligente’, ahora damos una vuelta más de tuerca y el Internet de las Cosas (IoT) nos presenta un escenario muy prometedor. 

En esencia, se trata de disponer de múltiples sensores, interconectados entre sí, capaces de procesar grandes volúmenes de datos y tomar decisiones y emprender acciones prácticamente en tiempo real. 

¿En qué se traduce eso? En que con la llega de la Inteligencia Artificial, capaz de estar embebida en los más pequeños microprocesadores, no queda tan lejos la escena en la que nuestro hogar perciba que nos acabamos de levantar y, conociendo nuestras rutinas matutinas (ejercicio, ducha, etc.), la cafetera nos tenga listo el café a nuestro gusto.

Hablamos de cómo la nevera es capaz de gestionar las existencias, enviando órdenes de comprar de nuestra cesta habitual al supermercado para que nos la traigan a domicilio, o identificar productos con fecha de caducidad próxima o ya vencida; o de cómo será posible decorar las paredes de nuestras habitaciones varias veces al día con diodos orgánicos de emisión de luz (OLED), estampando incluso videoclips.

La clave de todo estará, claro está, en que dada la amplia conectividad de tantos dispositivos éstos traigan consigo la seguridad por diseño de todos y cada uno de sus componentes, para poder disfrutar tranquilos de todas las ventajas de la domótica, a salvo de hackers maliciosos.