Como consumidores, a menudo nos guiamos por esta máxima del bueno, bonito y barato. Sin embargo, ¿es siempre posible? ¿Aplica en el sector de la construcción? Y nuestra respuesta, lamentablemente, es que no, no aplica.Siempre que se da esta terna en una vivienda es porque algo se ha quedado por el camino, lo que a largo plazo puede tener unas consecuencias muy negativas para nuestro hogar. 

Para entender por qué difícilmente es posible conseguir ese bueno, bonito y barato en una casa es preciso tener en consideración diversos factores. A continuación compartiremos unos pocos ejemplos –del total que hay- para ilustrar que la belleza y la calidad, cuando hablamos de construcción, están reñidas con lo barato.

El proyecto de construcción de una vivienda solo es posible mediante la participación de muchos actores, cada uno de los cuales cumple un papel esencial. Se trata de una orquesta en la que si un instrumento falla, la pieza musical termina desafinada. Promotores, proyectistas y arquitectos, constructores, director de obra y obreros, proveedores, entidades de control de calidad… son solo algunos de ellos, y todos tienen un coste.

La mala elección, por ejemplo, de un arquitecto, movidos únicamente por su precio, puede llevarnos a profesionales con escasa formación o experiencia, que no sólo desarrolle un proyecto deficiente o estéticamente pobre sino que, además, cuando se tope con algún imprevisto no tenga las tablas suficientes para resolverlo eficientemente.

Seguridad y confort

Los materiales, por su parte, también constituyen un factor diferenciador. La mala elección de materiales, normalmente para ahorrar costes, termina saliendo muy caro. En el peor escenario y con el tiempo, puede llegar a suponer problemas estructurales cuya reparación superará con creces el gasto respecto a si se hubiera hecho bien desde el principio. Ello, contando con que se haya identificado a tiempo sin que haya que lamentar desgracias humanas por desplomes o derrumbamientos

Asimismo, materiales baratos en materia de aislamiento, no tienen por qué entrañar riesgos estructurales, pero si pérdida de confort e incremento de la factura energética por las fugas de frío y/o calor que puedan producirse. No podemos olvidar, además, la contaminación acústica de que podemos ser víctimas cuando el constructor no ha aislado debidamente nuestros tabiques y cubiertas. 

Toxicidad

Por otro lado, hay materiales con cierta solvencia desde el punto de vista técnico que consiguen abaratar su coste sacrificando el respeto por el medio ambiente en el mejor de los casos y, en el peor, pudiendo entrañar riesgos para los habitantes de la vivienda por su potencial toxicidad.  Y es que, aunque en las nuevas construcciones hace años que consiguió desterrarse un material tan peligroso como el amianto, lo cierto es que todavía existen en el mercado algunas pinturas y barnices que bien podrían evitarse, incluso, ciertos tipos de hormigón y granito.

Además, un incorrecto estudio de terreno –que también es costoso- en el que levantemos nuestra vivienda puede provocar que lo hagamos en un área demasiado expuesta al radón, un tipo de gas radioactivo, que no tiene ni olor ni color y tiende a ascender, pudiendo provocar trastornos y enfermedades respiratorias. 

Prevención de riesgos

Finalmente, no podemos olvidar la responsabilidad que todas y todos tenemos como miembros de la sociedad. En este sentido y aunque al resultado de la construcción de nuestra vivienda no afecte directamente, debemos velar porque en dicho proceso se lleven a cabo las adecuadas políticas de prevención de riesgos laborales

Y es que, lamentablemente en este sector de la construcción, esa todavía puede ser una vía de ahorro de costes para los más desalmados. Evitar certificaciones e inspecciones, no invertir en las correctas medidas de seguridad como los arneses para altura, etc. son modos de recortar el gasto que, a la larga, han convertido a este sector en uno de los más letales, con crecimientos de siniestralidad laboral de casi el 11% el año pasado. 

Estos son sólo algunos ejemplos que desmontan el bueno, bonito y barato en la construcción. En Blues Simon Group siempre nos amoldamos a las necesidades del cliente, sin que ello jamás traspase la línea roja de nuestro estándar de belleza, calidad y exclusividad.