La madera es uno de los materiales que más belleza y sensación de confort confiere a una vivienda. Sin embargo, para muchas personas parece ser patrimonio único del interior de las casas, quedando restringido su uso para el exterior. En Blues Simon Group somos fieles defensores de su utilización también en el exterior, no sólo por la belleza que gana a medida que envejece, sino por su carácter sostenible y respetuoso con el medio ambiente

El empleo de la madera en el exterior de las viviendas, ya sea como tarimas o revestimientos, puede dotar a nuestra casa de una distinción única, pero tenemos que tener en cuenta diversas consideraciones que enumeramos a continuación. Lo primero que tenemos que consultar con ayuda de un profesional es qué tipo de madera se adapta mejor a la climatología del lugar en el que construiremos nuestra vivienda. No todas las maderas son iguales y, además de su durabilidad a los agentes externos como el sol, la lluvia, los cambios bruscos de temperatura o la humedad, es muy importante conocer su resistencia a una de las mayores problemáticas que enfrenta: las plagas y los hongos.

Madera Exterior

Tipos de madera

Aunque en el mercado podemos encontrar miles de especies maderables, entre las maderas para exterior más empleadas podemos destacar: 

  • Pino local. Tratado en autoclave (inyectar protector en una cámara de vacío), una de las más utilizadas.
  • Abeto. Similar al pino, pero con mayor estabilidad.
  • Castaño. De gran durabilidad
  • Alerce. Especialmente indicado para revestimientos de fachada por su resistencia a la intemperie.
  • Alcornoque. Una de las más duras, recomendable incluso para vigas, pilares y armazón de techos.
  • Maderas tropicales como el iroko africano, el balatá caribeño, el bangkirai asiático o el árbol del Guayacán. Desde la óptica de durabilidad, muy recomendable; desde la perspectiva de la sostenibilidad, no tanto por tener que importarla de tan lejos.

En ocasiones también se recurre a maderas técnicas, fabricadas a partir de compuestos de serrín en combinación de elementos plásticos. Aunque ya hay productos elaborados con plástico reciclado y en proporciones que no superan el 30%-40% del total de la composición (siendo el resto madera), no es la opción más ecológica.

Técnicas de construcción

Una vez seleccionada la mejor madera para nuestra construcción, también es importante no caer en errores comunes que pueden exponer nuestra vivienda a riesgos innecesarios. Uno de ellos es que los revestimientos de madera alcancen el suelo: lo único que conseguiremos es que con el tiempo la humedad ascienda por las tablas y termine por arruinar la fachada.

Además, este aumento de la humedad propicia la aparición de hongos e insectos. La referencia de humedad constante más recomendable para la madera exterior es de 18% y que, nunca baje de 14%.

El mantenimiento

Si queremos prolongar la durabilidad de nuestras construcciones es importante llevar a cabo un correcto mantenimiento de la madera. Afortunadamente, ya es posible encontrar protectores para este tipo de material que no son tóxicos. No parece tener mucho sentido optar por la madera por una cuestión de sostenibilidad para, después, recubrirla con sustancias tóxicas. 

Una de las alternativas más naturales es recurrir a la madera termotratada. Esta técnica consiste en someter a la madera a temperaturas que se mueven en la horquilla 180-260ºC, gracias a lo cual se reduce la humedad y se hace más resistente a los hongos xilófagos. El inconveniente que trae consigo es que reduce las posibilidades de uso de la madera, pues estas elevadas temperaturas disminuyen la resistencia mecánica e impide que se pueda utilizar en vigas y postes estructurales.

Otra técnica respetuosa con el medio ambiente es la acetilación. Se trata de un proceso químico mediante el cual se transforman las moléculas de hidroxilo de la madera en otras de acetilo, lo que le confiere una mayor protección contra la humedad, con incrementos de durabilidad de hasta un 25%. Los beneficios de esta técnica se extienden a la durabilidad de la pintura, cuya vida útil pasa de los habituales cinco años hasta los 15. Asimismo y desde hace ya unos años, se está sustituyendo la utilización de barnices en favor del llamado lasur, un recubrimiento cuyo acabado a poro abierto permite que la madera respire y autorregule los niveles de humedad.