Históricamente, se ha prestado más atención a la ventilación por cuestiones de calidad del aire que por maximizar la eficiencia energética. Para ello se recurría básicamente a abrir las ventanas, lo que en invierno se hacía menos tiempo. De unos años para acá, no sólo ha cambiado la sensibilidad de las personas en general sino que las normativas cada vez son más exigentes, tal y como vimos con la regulación del gas radón.

Una de las mejores soluciones por las que podemos optar son los sistemas de ventilación de doble flujo, con los que algunos estudios estiman que es posible conseguir ahorros de hasta un 25% en calefacción gracias a la recuperación que realiza del aire que extrae.

Ventilacion

La principal característica de estos sistemas es que cuentan con dos ventiladores diferenciados. Por un lado, uno especial para las habitaciones que registran más humedad y que, por tanto, tienen el aire más viciado, como son los cuartos de baño y las cocinas; por otro, un ventilador en las estancias más secas, como son el resto de las habitaciones (dormitorios, despacho, salón…). La finalidad de este sistema, tal y como dicta la normativa actual, es conseguir que el aire se renueve, expulsando el viciado al exterior.

Eficiencia energética

¿Por qué estos sistemas suponen un avance en lo que a eficiencia energética se refiere? Simplificando, porque actúan como intercambiadores de energía. Dicho de otro modo: si en invierno entra aire frío del exterior, la unidad de ventilación es capaz de aprovechar, sin mezclarlos, la temperatura del aire viciado que expulsa desde el interior para calentar el aire renovado que entra. Algunos cálculos estiman que es posible recuperar el 80% de la energía de climatización.

En este mismo sentido de maximizar la eficiencia energética, conviene apostar por equipos que cuenten con motores de bajo consumo como los de conmutación electrónica. 

La importancia de los filtros

Es importante prestar atención al sistema de filtros de estos equipos, pues de ello dependerá la calidad del aire exterior que entre en nuestro hogar. En este sentido, la primera pregunta a responder es qué calidad del aire tenemos en los alrededores de nuestro hogar. Si la calidad es buena, quizás baste con un filtro convencional que retenga las partículas más grandes, como las del polen de gramíneas. 

Si por el contrario vivimos en regiones más contaminadas, será recomendable fijarnos en filtros capaces de retener partículas más pequeñas y, de este modo, disfrutar de un aire de mayor calidad en nuestra casa. 

Por otro lado y entrando en cuestiones de mantenimiento, no se debe descuidar la limpieza periódica de estos filtros, así como del recuperador de aire y los ventiladores, pues de lo contrario no sólo perderemos efectividad, sino que podríamos empeorar la calidad del aire.

La importancia del profesional

Si queremos sacar el máximo partido a un sistema de estas características, siempre recomendamos el asesoramiento de un profesional. De otro modo quizás no reparemos en la importancia, por ejemplo, de aislar térmicamente todos los conductos que atraviesen zonas sin calefacción si no queremos sufrir pérdidas energéticas. Lo mismo sucede con la instalación del propio equipo, que siempre es preferible que evitar las zonas no acondicionadas. 

Otra de las ventajas de este tipo de instalaciones frente a otros sistemas de ventilación es que se disfruta de un mayor confort acústico. El hecho de que los sistemas de ventilación de doble flujo utilicen su propio circuito de admisión de aire hace innecesario tener que alterar el aislamiento acústico de la fachada. 

¿Qué puede arruinar este confort? Sencillo, que dado que se trata de un sistema de ventilación mecánica, si su diseño no es el correcto y adecuado a las características específicas de cada hogar, podría llegar a ser muy ruidoso. Otro motivo para apostar por la ayuda de un profesional.