Decorar no resulta sencillo. No se trata sólo de una cuestión de gusto, de conocimiento de ciertos materiales y de un sentido del equilibrio; también de los aspectos funcionales, puesto que en ocasiones disponemos de un espacio absolutamente desaprovechado. Entonces, es hora de contratar los servicios de un interiorista.

Un buen diseñador de interiores no se limita únicamente a ofrecer soluciones creativas y estéticas, sino también técnicas. No resulta, pues una tarea sencilla, más aún si queremos incorporar criterios de sostenibilidad ecológica. Su papel puede resultar esencial tanto si tenemos muy claro lo que queremos como si estamos abiertos a cualquier propuesta innovadora.

El interiorista posee ese conocimiento profundo del mercado, tanto del interiorismo como de la decoración, trayéndonos las mejores propuestas de materiales, equipamientos y soluciones constructivas, las últimas tendencias. Además, nos quitará un peso de encima en lo que se refiere a garantizar que se ejecute el proyecto con calidad, siendo su responsabilidad la dirección de obra profesional.

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Por este motivo, ofrecemos un pequeño check list que no viene mal tener a mano cuando vayamos a contratar a un interiorista.

  • El primer paso, incluso antes que salir al mercado a buscar a un profesional, pasa por conocer bien nuestro propio proyecto, es decir, tener al menos un conocimiento mínimo del espacio que queremos aprovechar.
  • Cuando salgamos al mercado o preguntemos a nuestros allegados, es importante saber si los interioristas recomendados se han especializado en determinados ambientes o espacios y si éstos se amoldan a lo que andamos buscando. Revisar alguno de sus últimos proyectos realizados en su porfolio siempre resulta interesante.
  • Como en cualquier contrato de servicios ligado a la casa, el proyecto confeccionado por el decorador de interiores debe estar lo más detallado posible, incluyendo un presupuesto pormenorizado y un calendario de plazos y qué sucede en caso de incumplimiento de dichos plazos.
  • El presupuesto ha de reflejar las diferentes etapas, no solo los materiales. En este sentido, se detallarán tanto las fases de planificación del espacio, como el propio diseño y su aprobación, los materiales, adornos y accesorios y la supervisión y entrega del proyecto. Es importante destacar el papel de los terceros que intervienen en el proceso como, por ejemplo, los pintores.
  • Para facilitar el trabajo al profesional y que, además, el resultado final se acerque lo máximo posible a lo que teníamos en mente, lo mejor es mostrar nuestra ‘carta a los Reyes Magos’ al interiorista, por descabelladas que parezcan algunas de nuestras ideas. Con este material, nos presentará lo que se denomina un moodboard, es decir, una especie de collage en el que se pueden ver sus propuestas, incluidos los colores y las texturas.
  • ¿Es caro? Eso es relativo y, más que realizar indicaciones sobre tarifas, sí detallaremos algunas modalidades que emplean los diferentes profesionales. Los hay que cobran sus honorarios por horas, otros tarifican por metros cuadrados y otros que tienen un precio fijo por tipo de estancia. Por otro lado, también es frecuente encontrar a quienes marcan un precio mínimo de servicio básico al que van sumando complementos en función de la complejidad del proyecto.

Podríamos establecer una proporción aproximada de que los honorarios de un interiorista se mueven en la horquilla de entre el 10% y el 15% del total de proyecto. Sin embargo, su participación en el mismo nos traerá ahorros, pues su conocimiento del mercado nos llevará a la compra, por ejemplo, de materiales más baratos sin traer por ello aparejada una mengua de la calidad. Desconfía de quienes se obcequen en proponer únicamente un tipo de material: probablemente se lleva una sustancial comisión sólo por prescribirlo. Afortunadamente, son casos aislados.