Cada vez cobra más peso un tipo de edificación desconocido en nuestro país, pues apenas un 66% de las personas ha oído hablar de ella: Los edificios pasivos o que cumplen con el estándar Passivhaus. Simplificando el concepto, podríamos decir que es un edificio capaz de mantener las condiciones termohigrométricas  (ambientales de temperatura, humedad y ventilación) en el interior, sin casi necesidad de aporte energético.

Obviamente, para lograr una meta tan ambiciosa es precisa una planificación muy cuidadosa, con un diseño muy estudiado y, por supuesto, una ejecución de alta cualificación. Y es que entre los factores que contribuyen a tener un edificio pasivo se encuentran desde la orientación de los huecos, al aislamiento térmico empleado, los puentes térmicos y un control minucioso de las filtraciones.

De lograrlo, es posible reducir las necesidades de calefacción y refrigeración en más de un 75%, siempre cuando se cumplan algunos requisitos:

  • Limitar la demanda de energía del edificio a 15 kWh/m2/año tanto para calefacción como para refrigeración.
  • Limitar la energía primaria total demandada a 120 kWh/m2/año (incluyendo climatización, iluminación, electrodomésticos, equipos, etc.)
  • Garantizar una estanquidad al aire no superior a 0,6 renovaciones/hora a 50 Pa de depresión respecto del exterior.

Sin intervención humana

Una de las principales de novedades que traen consigo los edificios pasivos es que, a pesar de lo que su nombre indica, son mucho más activos que las edificaciones tradicionales. Si hasta ahora estamos habituados a ser una parte activa de la vivienda, ventilándola, dotándola de calefacción y refrigeración, etc., la idea que subyace bajo los edificios pasivos es que sean éstos quienes trabajen por nosotros sin que tengamos que intervenir.

Un buen ejemplo que ilustra este planteamiento es el de la relación temperatura-ventilación. Estamos habituados a buscar una mejor calidad del aire ventilando al abrir las ventanas y, por el contrario, a perseguir el confort térmico mediante aparatos de aire acondicionado. En un edificio pasivo, en cambio, la calidad de aire se consigue apoyándose en sistemas de ventilación que recuperan el calor, al tiempo que la temperatura de confort se logra gracias a la utilización de cerramientos-aislamientos pasivos.

Edificio Pasivo

Los principios básicos

  • La evolvente térmica recomendada dobla o, incluso, triplica a la que habitualmente se viene utilizando en España. Esto pasa también por contar con ventanas y puertas de altas prestaciones.
  • Eliminación de puentes térmicos. Se trata de los puntos en los que, por un cambio de material en la estructura, la envolvente térmica se debilita.
  • Control de infiltraciones. Si conseguimos eliminar las infiltraciones de aire no deseadas, podremos alcanzar el confort térmico únicamente con recuperación de calor, sin usar otro sistema.
  • Ventilación mecánica con recuperación de calor. Un recuperador es capaz de toar el calor del aire interior y cambiarlo por el fresco del exterior, previamente filtrado y atemperado.
  • Optimización de las ganancias solares. Al hilo de la anterior, todo el calor que generamos en el interior (personas, iluminación, electrodomésticos…) es muy aprovechable.

La importancia del clima

A la hora de valorar algunos de estos factores, el clima pasa por estar en los puestos de cabeza, condicionando mucho la relación entre las personas y los espacios que habitan y, por tanto, determinante a la hora de alcanzar confort. Ante esta coyuntura, los edificios pasivos han de poder encontrar un balance entre la demanda de los habitantes y lo que realmente puede aportar la vivienda.

Para ello es imperativo que desde que el edificio únicamente aparecía en planos, estos condicionantes se hayan tenido en cuenta, de manera que en las regiones más frías prime en el diseño la ganancia solar y la conservación interna del calor, mientras que en los lugares más calurosos se buscará más la protección solar y la refrigeración pasiva.

Desconocimiento

Acaban de hacerse públicas las conclusiones de un estudio, impulsado por empresas del sector, que analiza los hábitos energéticos de las personas. El objetivo es marcar el camino hacia la construcción de estos edificios de consumo casi nulo-pasivos.

A pesar de que para el 60% de los encuestados el confort es vital para su vida saludable, una de las primeras conclusiones que se extraen es el amplio desconocimiento que hay por parte de las personas de los factores responsables de la relación casa-confort-salud. De ello se desprende, que a la hora de abordar una obra nueva o una rehabilitación, a pesar de que constaten el impacto, ignoran cómo reducirlo o, incluso, eliminarlo, pues desconocen las causas reales. De ahí la importancia de contar siempre con profesionales cualificados con experiencia a sus espaldas.